Autor: Salvador Casadevall
Fuente: Catholic.net
La familia debe ser el corazón de la nueva evangelización. La iglesia doméstica debe ser transmisora del mensaje. Y no sólo diciéndolo, sino viviéndolo
La santidad nos habla de espiritualidad, es el esfuerzo mayor que debe hacer el matrimonio para salir de las crisis que le toca vivir.
Dado que el término amor se ha convertido en una de las palabras que más se usa, y de las que se abusa para llamar amor a cosas y actos que poco tienen que ver con el amor, reflexionemos brevemente sobre que es el amar.
Frecuentemente se busca la posesión del otro y no el encuentro y todo encuentro debe nacer de un dar. Al amor se lo busca dando. El amor nace y crece dando.
Si no es dando nunca descubriré el amor en letras grandes.
Amar es hacer ausencia de si y presencia del otro y es frecuente que para que el amor madure haya que sufrir, haya que renunciar.
El amor nunca envejece, madura si, como vino añejado, tiene otro sabor, tiene otra fuerza. El amor es una larga paciencia. El amor necesita de tiempo.
El amor o es constructor o destruye lo que está a su alrededor.
Es desde el amor en la familia que superamos las crisis.
Todas las crisis, las propias y las que nos rodean, ya sean comunitarias, barriales o del país.
Así como la ternura da perfume a la trivialidad de lo cotidiano, en el matrimonio hay que avanzar desde la realidad al ideal. No al revés.
En la sociedad de hoy importa más la figuración que ser buen padre o buena madre.
El amor verdadero siempre duele en el decir de Teresa de Calcuta.
Y es que entrar en el amor siempre es doloroso, siempre va acompañado de situaciones que duelen.
Procurar que toda nuestra vida atraviese por la puerta del amor hace doler la carne, en palabras del P. Javier Albisu sj.
Desde la superación de las crisis es que se logra la renovación, que no es más que una nueva conversión desde la cual toda familia sale fortalecida como tal.
La familia es signo de iglesia en la medida que viva como la iglesia doméstica como la denominó tantas veces Juan Pablo II
Esa pequeña iglesia doméstica se asienta viviendo en comunión con todos sus integrantes.
Esa comunión les hace crecer en su conversión es un vivir una espiritualidad familiar que nace del vivir la espiritualidad conyugal.
Que no es otra cosa que vivir las cosas del espíritu juntamente con el otro, sea esposo o esposa.
De una espiritualidad de los esposos, de una espiritualidad de a dos, irradiará el vivir una espiritualidad toda la familia.
No pretendamos que una familia sea una familia apostólica, si antes no hay una espiritualidad conyugal y familiar.
La solidaridad hacía toda necesidad, nacerá en la familia que primero haya nacido en su vida espiritual.
Primero hemos hablado de conversión.
Después hemos usado la palabra comunión.
En tercer lugar: la solidaridad y ahora debemos mencionar: la evangelización.
Eso es toda una actitud de vida, es todo un programa de vida.
En la nueva evangelización los laicos, es decir la familia, tiene un papel preponderante en llevar adelante una pastoral familiar.
Pastoral familiar quiere decir acompañar, hacer un seguimiento y eso forzosamente lo deben hacer los laicos, las familias.
Antiguamente fueron los misioneros, los curas, los que llevaron la evangelización a América.
Ahora en la nueva evangelización serán los laicos, los que deben llegar con la palabra de Dios a muchos lugares que el sacerdote no puede llegar.
La familia debe ser el corazón de la nueva evangelización
La iglesia doméstica debe ser transmisora del mensaje.
Y no sólo diciéndolo, sino viviéndolo.
El mundo moderno no sigue al que habla.
Si sigue al que habla, es porque trabaja y vive lo que dice.
Juan Pablo II llamó a los laicos la avanzada de la Iglesia.
En una guerra la avanzada es los que van adelante. En una palabra los que reciben las bofetadas, los que reciben la peor parte.
Cuando alguien se ría de tu testimonio, cuando alguien ironice sobre lo que dices y haces, recuerda que eres esta avanzada que Juan Pablo II dice necesitar en la Iglesia.
¡Hay que atreverse a ser avanzada!
¡Hay que atreverse a recibir las bofetadas!
Salvador Casadevall
Comentario al autor: salvadorcasadevall@yahoo.com.ar
Fuente: Catholic.net
La familia debe ser el corazón de la nueva evangelización. La iglesia doméstica debe ser transmisora del mensaje. Y no sólo diciéndolo, sino viviéndolo
La santidad nos habla de espiritualidad, es el esfuerzo mayor que debe hacer el matrimonio para salir de las crisis que le toca vivir.
Dado que el término amor se ha convertido en una de las palabras que más se usa, y de las que se abusa para llamar amor a cosas y actos que poco tienen que ver con el amor, reflexionemos brevemente sobre que es el amar.
Frecuentemente se busca la posesión del otro y no el encuentro y todo encuentro debe nacer de un dar. Al amor se lo busca dando. El amor nace y crece dando.
Si no es dando nunca descubriré el amor en letras grandes.
Amar es hacer ausencia de si y presencia del otro y es frecuente que para que el amor madure haya que sufrir, haya que renunciar.
El amor nunca envejece, madura si, como vino añejado, tiene otro sabor, tiene otra fuerza. El amor es una larga paciencia. El amor necesita de tiempo.
El amor o es constructor o destruye lo que está a su alrededor.
Es desde el amor en la familia que superamos las crisis.
Todas las crisis, las propias y las que nos rodean, ya sean comunitarias, barriales o del país.
Así como la ternura da perfume a la trivialidad de lo cotidiano, en el matrimonio hay que avanzar desde la realidad al ideal. No al revés.
En la sociedad de hoy importa más la figuración que ser buen padre o buena madre.
El amor verdadero siempre duele en el decir de Teresa de Calcuta.
Y es que entrar en el amor siempre es doloroso, siempre va acompañado de situaciones que duelen.
Procurar que toda nuestra vida atraviese por la puerta del amor hace doler la carne, en palabras del P. Javier Albisu sj.
Desde la superación de las crisis es que se logra la renovación, que no es más que una nueva conversión desde la cual toda familia sale fortalecida como tal.
La familia es signo de iglesia en la medida que viva como la iglesia doméstica como la denominó tantas veces Juan Pablo II
Esa pequeña iglesia doméstica se asienta viviendo en comunión con todos sus integrantes.
Esa comunión les hace crecer en su conversión es un vivir una espiritualidad familiar que nace del vivir la espiritualidad conyugal.
Que no es otra cosa que vivir las cosas del espíritu juntamente con el otro, sea esposo o esposa.
De una espiritualidad de los esposos, de una espiritualidad de a dos, irradiará el vivir una espiritualidad toda la familia.
No pretendamos que una familia sea una familia apostólica, si antes no hay una espiritualidad conyugal y familiar.
La solidaridad hacía toda necesidad, nacerá en la familia que primero haya nacido en su vida espiritual.
Primero hemos hablado de conversión.
Después hemos usado la palabra comunión.
En tercer lugar: la solidaridad y ahora debemos mencionar: la evangelización.
Eso es toda una actitud de vida, es todo un programa de vida.
En la nueva evangelización los laicos, es decir la familia, tiene un papel preponderante en llevar adelante una pastoral familiar.
Pastoral familiar quiere decir acompañar, hacer un seguimiento y eso forzosamente lo deben hacer los laicos, las familias.
Antiguamente fueron los misioneros, los curas, los que llevaron la evangelización a América.
Ahora en la nueva evangelización serán los laicos, los que deben llegar con la palabra de Dios a muchos lugares que el sacerdote no puede llegar.
La familia debe ser el corazón de la nueva evangelización
La iglesia doméstica debe ser transmisora del mensaje.
Y no sólo diciéndolo, sino viviéndolo.
El mundo moderno no sigue al que habla.
Si sigue al que habla, es porque trabaja y vive lo que dice.
Juan Pablo II llamó a los laicos la avanzada de la Iglesia.
En una guerra la avanzada es los que van adelante. En una palabra los que reciben las bofetadas, los que reciben la peor parte.
Cuando alguien se ría de tu testimonio, cuando alguien ironice sobre lo que dices y haces, recuerda que eres esta avanzada que Juan Pablo II dice necesitar en la Iglesia.
¡Hay que atreverse a ser avanzada!
¡Hay que atreverse a recibir las bofetadas!
Salvador Casadevall
Comentario al autor: salvadorcasadevall@yahoo.com.ar