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miércoles, 9 de junio de 2010

La Santa Misa

Arca de la Nueva Alianza 86

Por la Santa Misa Me acerco a los hombres, ya que en el Altar es la verdadera cuna de la Eucaristía donde Me hago presente en la misma realidad que en el pesebre de Belén.

Esta debe ser la primera devoción, la suprema devoción y el compendio de toda práctica cristiana ya que el sacrificio de la Cruz, cuya reiteración es la Misa, excede tanto más cualquier otro sacrificio y obra de piedad como cuando comparas el sol a la luz de un cirio... Es el compendio, porque en ella se completan de la forma más sublime los deberes sagrados del alma humana: adorar al Padre, darle gracias, pedir Su perdón y pedirle nuevas gracias.

La Santa Misa Soy Yo mismo, prolongando Mi vida y Mi sacrificio de la Cruz entre ustedes. Sin los méritos de Mi vida y Mi sangre, ¿Qué tienen ante Dios Padre? La nada y el pecado.

Hija Mía, comprende que la Misa es la única obra en la tierra que glorifica a Dios en toda Su Majestad. Una Misa que sea celebrada por el Sacerdote más joven y sencillo en el lugar más humilde y escondido, da más gloria a Mi Padre que las alabanzas y las oraciones de todos los fieles (millones de personas en la tierra) y más aún que el mérito de los millones de mártires que han dado su vida y aún más que todas las virtudes que puedan practicarse desde el principio al fin de la humanidad.

Recuerda que una sola Misa, da más gloria al Altísimo de la que pueden dar las alabanzas de los coros de ángeles por los siglos... Es que no Me ama del todo quien pudiendo, no oye Misa seguido. ¿Cómo amarme si la Misa soy Yo? Es Mi cuerpo, Mi sangre. ¡Mi alma inseparable de Mi cuerpo y Mi sangre...!

La Misa es Mi divinidad. Soy Yo el Sacerdote principal que celebra la Misa, por ello, Me ofende quien no la celebra limpio. Soy Yo la verdadera víctima que se ofrece como en el Calvario. El corazón da la vida, un cuerpo no puede vivir sin él. Del mismo modo, el corazón que da vida a la Iglesia, es la Santa Misa.

Relaciona: el sol al apagarse, quitaría toda vida de la tierra. Si se quita de la Iglesia la Eucaristía, morirían todas sus actividades. Ese es el pequeño grano de mostaza que extiende sus raíces: la Eucaristía... Por ello debe la Iglesia cuidar la práctica diaria de la Eucaristía... La Iglesia ha nacido de Mi costado abierto y sólo en Mi regazo puede subsistir.

No es posible amar a Mi madre sin amar la Eucaristía... El Avemaría es divina alabanza para Ella, y el Rosario es como una diadema de perlas en Su cabeza; mas todo esto junto, es como una flor pequeñita del campo, comparado con la dicha inmensa que proporcionan a Su Inmaculado Corazón cuando le obsequian una Misa.

Por todo esto, cuando vuelvas a casa, no faltes a Misa, hijita Mía, ora por quienes quieres hacerlo y ruega por ti. Ofrece Mi sangre por tu salvación y la de tus seres queridos... Ni visitando todos los santuarios del mundo merecerías más que participando de una Misa... ¡Goza de todos los frutos que en ella recibes y encuéntrame!

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