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lunes, 4 de agosto de 2008

Los niños y los viejos

Circula por internet uno de tantos mails, que tienen por cometido, hacer reir un poco, pasar unos minutos de distracción y buen humor, y nos llegó uno, que comparaba las travesuras de los niños, con las “particularidades” de los viejos.

Al recibirlo, nos pusimos a pensar en cómo uno puede reír y sin embargo debería meditar con lo que hace cada día, en qué estamos sembrando para nuestros años de viejos, en cuánto podríamos hacer para hacer de la vida algo un poquito menos doloroso para nuestros viejos, esos que todos tenemos, esos que suelen estar en el cuarto de al lado o en otro país, pero los tratamos como si estuvieran en otro planeta, o sea, los vemos solo a través de un telescopio.

Cuando castigas a un niño, le quedan las promesas del futuro, cuando castigas a un viejo, le queda solo el dolor.
Cuando miras a tus niños piensas en lo que necesitan, cuando miras a tus viejos piensas en lo que te van a pedir.
Cuando llega un niño, se lo ve con esperanza, cuando llega un viejo, se lo mira con molestia.
Cuando un niño quiere ayudar es tierno, cuando un viejo quiere ayudar es un metiche.
Los niños no se dan cuenta de muchas cosas, los viejos si.
Los niños hacen sus travesuras con intención de aventura, los viejos con angustia.
Los niños ganan algo cada día, y cada día esperan tener mas, los viejos pierden algo en cada instante, y saben que nunca volverán a tener mas..
Los niños tienen miedo a la oscuridad que termina al día siguiente, los viejos a la soledad que termina cuando llegan frente a Dios.
Los niños necesitan aprender, los viejos necesitan olvidar.
Los niños lloran cuando se les niega un juguete, los viejos cuando se les niega el amor.
Un niño que llega es un ángel, un viejo que llega es María cobijada en la casa de Juan.

¿Qué estás haciendo con María?

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