SANTIAGO, 17 Feb. 09 (ACI).-Carlos Abarca visita tres veces al día a su esposa Erika Sotelo, quien desde hace 14 años está en estado de coma, a causa de una mala aplicación de la anestesia para una operación. Este devoto esposo chileno comenta cómo es el día a día con su esposa y cómo en estas difíciles circunstancias el cariño "es más fuerte que antes" y está siempre "a la espera de un milagro".
Este dramático y conmovedor caso, un nuevo contrapunto para el de Eluana Englaro en el que su padre Beppino solicitó se le retirara la hidratación y la alimentación produciéndole la muerte el pasado 9 de febrero, fue dado a conocer por el diario chileno El Mercurio.
Carlos no le lleva flores a Erika aunque le encantan. "En su estado puede ser peligroso", explica. Por eso prefiere llevarle camisas de dormir, la única vestimenta que su esposa utiliza desde el 3 de marzo de 1995, cuando quedó en coma tras una falla en la anestesia mientras le realizaban una histerectomía en el Hospital del Salvador.
Ahora que está retirado de carabineros, Carlos puede visitarla tres veces al día y mantiene la esperanza de verla despertar: "estando ella viva, siempre está latente que en cualquier momento pueda producirse un milagro", comenta.
Este devoto esposo relata que sus esperanzas crecen cuando Erika hace "pequeñas cosas", como bostezar y estirar una mano. También asegura que lo siente cuando llega "por muy dormida que pueda estar". "Ella está esperándome, hace cosas para que vaya donde ella. Abre sus ojitos, no sé si ve o no ve", pero de lo que sí está seguro es que lo escucha. "Uno está conversando y ella está pendiente, se agita".
Por eso siempre le conversa, le cuenta por ejemplo en qué día y año están. "A veces cuando uno le habla al oído se pone a llorar, entonces yo creo con mayor razón que ella escucha", dice, "claro que los médicos siempre manifiestan otra cosa, pero yo creo que es para no darte una esperanza, para que uno no se ilusione, pero yo la conozco mejor que nadie".
Cuenta que Erika "a veces llora con fuerza, no sé si le molestará o recordará algo". Por eso prefiere evitar hacer comentarios que la puedan poner triste, como que él se debe marchar. "Cuando uno se va y le dice ella se pone a llorar o estira la boca, hace pucheros, igual que una guagua (bebé)", afirma.
Hay días, dice, en los que su Erika, su esposa también se ríe. "Cuando yo le hago cariño se sonríe, cuando le paso mi cara por su cara, quizás es por la sensación, por mi bigote, como que le llama la atención y se ríe", señala. Dice que a veces también la besa. "Por su puesto, si es mi mujer", asegura.
Además de conversarle y acariciarla, cuando la visita también la acicala. Le echa colonia, crema, la peina y le lava el pelo junto a su suegra. "Uno aprovecha porque la estadía es larga, de las 11.00 a las 5.00 de la tarde, entonces uno tiene tiempo para hacer eso, que es bonito también", explica.
Carlos reafirma el amor que tiene por su esposa: "es un cariño diferente, un cariño como no sé, ella es como una guagua, entonces el cariño es totalmente diferente, pero es más fuerte que antes. Quiero protegerla, cuidarla, que esté bien, que no le falte nada", dice.
Este enamorado esposo rechaza la idea de "rehacer" su vida, ya que "el cariño siempre va a estar enfocado en ella, nunca he dudado. No pretendo nada más de la vida que preocuparme de ella, no hay otra cosa que hacer".
La seguirá amando "hasta cuando Dios diga la última palabra. Por último, si el día de mañana ella tiene que partir, la conciencia nuestra va a quedar tranquila", precisa.
"Muchas personas me dicen 'tú ya estás acostumbrado a esto', pero no, el día a día es diferente y uno no puede acostumbrarse, tampoco estoy preparado para cuando ella quiera partir", concluye.
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