Televisión en vivo de Catholic.net

lunes, 9 de febrero de 2009

La pedrada

Autor: P. Félix Jiménez Tutor
Escolapio

Hace unos años un joven profesional circulaba por una calle de Harlem. Iba orgulloso en su flamante Mercedes recién estrenado. De repente vio un niño entre dos coches. Y cuando pasaba a su lado un ladrillo se estrelló contra la puerta de su nuevo coche.

Dio un frenazo y salió furioso. Cogió al niño y comenzó a gritarle todo tipo de amenazas.

Perdone, señor, decía el niño, no sabía qué hacer y le tiré el ladrillo porque nadie paraba. El niño lloraba desconsoladamente mientras señalaba el suelo. Es mi hermano, se ha caído de la silla de ruedas y no lo puedo levantar. ¿Me podría ayudar? El joven lo levantó y lo sentó en su silla de ruedas.

El ejecutivo montó en su Mercedes y nunca lo arregló. El impacto del ladrillo le recordaría siempre a no viajar tan rápido y a que le tuvieran que tirar un ladrillo para prestar ayuda al caído en el camino de la vida.

¿Cuántos ladrillos nos tienen que tirar a nosotros para frenar nuestro ritmo y ver a los hermanos caídos?

Nosotros no nos queremos manchar las manos. No queremos denunciar el mal. No queremos correr riesgos y seguimos hacia adelante.

Aquel joven, ese día, recibió la pedrada no en el coche, sino en el corazón y lloró con el niño y sanó una vida humana con un sencillo gesto.

El evangelio de Marcos es el evangelio de las piedras que lanzan a Jesús los necesitados. Jesús frena, se detiene y levanta a los caídos.

Marcos nos narra un día cualquiera de la vida de Jesús, un sábado cualquiera.

Por la mañana en la casa de oración: proclama la palabra, enseña con autoridad y actúa con poder expulsando un espíritu malo.

A mediodía: de la casa de oración a la casa de Simón. Curación y comida. Al atardecer: servicio de sanación.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se fue a un lugar solitario y se puso a orar.

Así serían la mayoría de los días de Jesús.

ORACIÓN.

Abrir el corazón de par en par a Dios. Darle gracias por el nuevo día. Pedirle fuerza para enfrentarse a la vida. Pedirle sabiduría para hacer su voluntad. Pedirle amor para encajar las pedradas y sentir compasión por los necesitados..

La oración es comunicación con Dios, es el lenguaje del amor.

Cuando nos paseamos por la calle vemos a las personas, celular en mano, comunicándose con sus padres , amigos, novios... necesidad imperiosa de estar conectados.

El mundo de Jesús es su Abba, su padre, y la oración es su celular, su medio de conexión con Dios. La oración es la manera de decir a su Padre me importas, te quiero.

Durante el día, la predicación.

"Vamos a los pueblos vecinos y yo también predicaré allí, pues para esto he venido".

Jesús recorre caminos y calles y casas de oración predicando el Reino de Dios. Y sana a los enfermos, echa los malos espíritus y les manda callar.

Predicación y servicio: sanar, perdonar, liberar , hacer personas nuevas y libres.

Simón y Andrés interrumpen su oración y le dicen: ¿qué haces aquí solo?, ¿con quién hablas?, ¿por qué pierdes el tiempo?

"Todos te buscamos".

Qué hermosa afirmación si fuera verdad! ¿Quién busca a Jesús? ¿Para qué le buscan?

-Unos le buscan para ponerle a prueba

-otros le buscan para pedirle un milagro.

-otros para traicionarle.

-otros para matarle...

Todos te buscamos Eso lo podemos decir todos los que estamos aquí. Más difícil nos resulta decir por qué o para qué le buscamos.

Le buscamos porque estamos enfermos, tenemos problemas, tenemos miedo a morir, porque es bueno y lo puede todo...

Jesús nos invita no sólo a buscarle sino a imitarle. Quiere que un día cualquiera de nuestra vida sea como uno cualquiera de su vida: el celular de la oración, la predicación de la palabra y de la vida, y el servicio. La suegra de Pedro, una vez sanada se puso el delantal y les sirvió. La esencia del seguidor es el servicio.

No hay comentarios:

Videos Provida: Película "Dinero con sangre"