En medio de las miserias de la Iglesia, Cristo sigue haciendo brillar la luz de su gloria
Homilía de Fray Nelson Medina
29/04/2001
Estamos en el tiempo de la Pascua, las lecturas que escuchamos, nos hablan de la victoria de Cristo.
En realidad, cada domingo es una pequeña Pascua, y el Domingo de Pascua es un domingo gigante, es el domingo que le da la cara, la sonrisa y el sabor a todos los domingos, y eso se nota especialmente en el tiempo de la Pascua.
He aquí que seguimos escuchando los testimonios de aquellos a quienes Cristo resucitado se les apareció. El domingo en que nos encontramos es una buena oportunidad para reflexionar en aquello que nació de la Pascua de Cristo.
La Pascua de Cristo no es simplemente un milagro que queda enterrado en el pasado, una especie de prodigio raro e irrepetible seguramente, que sólo está ahí para que lo recordemos.
De la Pascua de Cristo ha nacido una comunidad que somos nosotros mismos, nosotros somos los hijos de la Pascua, nosotros hemos nacido de la victoria de Cristo, del amor de la Cruz y de la mañana de la resurrección.
Somos la Iglesia. La palabra Iglesia significa en griego: Convocación, asamblea de gente llamada; la Iglesia es ese número inmenso de hombres y mujeres que oímos el mensaje de la Pascua y que recibimos la gracia para congregarnos cerca de la obra de la Pascua.
Sin embargo, la vida de la Iglesia no es solamente Pascua, hay cosas duras, eso nos lo recuerda la primera lectura. Los apóstoles recibieron prohibición de predicar y fueron encarcelados, capturados, azotados e insultados. La Iglesia, mientras va de camino en esta tierra, siempre tiene el aguijón de la persecución, de la incomprensión.
Yo creo que ninguno de nosotros entiende completamente por qué Cristo tuvo que morir en la Cruz, uno se hace una idea viendo tanto amor, pero creo que ninguno de nosotros puede explicar completamente por qué tanto dolor en la Cruz.
La Cruz es un enigma espantoso para la mente humana, y si nosotros que tenemos fe en Jesús, no podemos entender el misterio de la Cruz, y creo que no lo entenderemos nunca, mucho menos la gente que se ha alejado de la Iglesia o que no cree en Cristo va a tener una actitud favorable a la Cruz; quisiéramos un cristianismo sin cruz.
¿Muchas personas lo entienden? Nadie lo podrá entender completamente y entonces atacan, se burlan, como fruto de eso, nosotros los creyentes nos volvemos cobardes y escondemos nuestra fe, porque nos da pena que se sepa que creemos.
Es decir, que siempre hay un desfase, siempre hay una grieta entre la noticia fantástica que creemos y el mundo en el que vivimos, siempre hay una grieta y esa herida causa dolor en los corazones que quieran ser fieles.
Cada uno de nosotros lo vive de una manera distinta, haga la prueba de ser honrado, sincero caritativo, humilde, generoso y verá como en dos o tres días todos se darán cuenta de que apareció otro bobo en la tierra y hay que acabar con él.
Siempre hay una grieta, siempre hay un dolor, es parte de la naturaleza de la Iglesia mientras camina por esta tierra, experimentar ese dolor.
Hasta el punto de que una gran santa de nuestra orden dominicana, Catalina de Siena, cuya fiesta se celebra el 29 de Abril, cuando ella veía que la vida le iba saliendo muy fácil, se quejaba a Jesucristo, y le decía: "¿Fue que me desechaste, porque hace rato no experimento ni dolor, ni enfermedad, ni persecución, ni tentación? ¿Qué pasó?"
Así hablaba Santa Catalina que era un alma enamorada de Cristo, porque tenía bien entendido que existe una brecha entre la noticia fantástica que creemos, y el mundo a veces espantoso que vivimos.
El verdadero cristiano no se refugia en una burbuja rosada, sabe que tiene que vivir lo mismo que Cristo, lo mismo que los Apóstoles, "aprendiendo a dar razón de su esperanza" 1 Pedro 3,15, como decía el Apóstol San Pedro en una de sus Cartas.
Qué cosa paradójica, la Iglesia sufre y el sufrimiento la acobarda y la cobardía la empobrece y esa pobreza de virtud la envilece y así aparece como una institución a veces sucia, incoherente, hipócrita , etc., pero en medio de todo este barro, sigue proclamándose una noticia maravillosa y siguen saliendo santos.
El año 2000, año del Jubileo, el Papa Juan Pablo II constituyó una comisión especial cuyo único objetivo era averiguar cuántas personas habían muerto por Cristo en el Siglo XX, un encargo único.
Como era el siglo que cerraba el segundo milenio, Juan Pablo II nombró esa comisión para investigar con rigor histórico sobre las muertes que habían sucedido por Cristo. Esa comisión produjo sus resultados en unos gruesos volúmenes y resultó una extensa lista de personas.
Ese año 2000, tuve la gracia de estar en la ciudad de Roma, el Lunes Santo, y de reunirme con un grupo muy grande de personas en la Catedral del Papa, es decir la Basílica de San Juan de Letrán.
Un grupo de laicos que pertenece a una comunidad que se llama la Comunidad de San Egidio, organizó una sesión de oración, cuyo objetivo principal era presentar los resultados de la investigación que había pedido el Papa.
De modo que estuvimos ahí como dos horas oyendo nombres; la ceremonia fue muy bonita, porque se leían los nombres y se hacían algunas oraciones y cantábamos, eso fue bellísimo, ahí se oyeron nombres de Colombia, por ejemplo, aquél Obispo de Arauca que fue torturado y asesinado, y desde luego, nombres también de Centro América y de todas partes del mundo.
Una de las conclusiones de esta comisión especial fue: El siglo en el que ha muerto más gente por Cristo es el Siglo XX. Uno siempre cree que de los primeros cristianos, que eran tan buenos, coherentes y santos, habian perecido muchos más, pues no, el siglo en el que ha muerto más gente por Cristo es el Siglo XX.
Es decir, que en medio de las miserias de la Iglesia y de las cobardías que usted tiene y que yo tengo y de lo mediocres que a veces somos los sacerdotes, los religiosos, en medio de todo eso, Cristo sigue haciendo brillar la luz de su gloria y siguen saliendo por todas partes testigos, gente santa, gente que lo ofreció todo por Cristo.
Hay un servicio de noticias por Internet, si usted tiene acceso a Internet suscríbase, www.feniz.org, ese servicio católico de noticias es muy bueno.
¿Por qué los invito a que se suscriban a un servicio de noticias así? Porque los periódicos que ustedes compran por la calle no le van a contar cosas como que el Siglo XX es el siglo en el que ha muerto más gente por Cristo.
Suscríbase a un servicio de noticias como ése, para que usted vea que Cristo esta vivo, que Cristo sigue, desde la orilla y desde la playa en que Él se encuentra, animando a la Iglesia.
La Iglesia es esa barca que apareció en el Evangelio, una barca débil que a veces trata de pescar y no logra nada; la Iglesia es una barca débil que puede ponerse en ridículo, sobretodo cuando un señor escribe un libro sobre cuántos curas homosexuales hay, sobre cuánta plata se han robado, sobre cuántos niños han violado.
¡Claro, bonito oficio llenarse de plata con las miserias de la Iglesia!, y hay gente que es feliz en eso, y esos libros están en todos los grandes supermercados.
Pero si usted quiere conocer cómo Cristo vive y cómo Cristo reina, busque en la Escritura, busque en los grupos de oración, busque en los grupos marianos, busque en los cenáculos de plegaria y alabanza, busque en los servicios de noticias.
Y usted encontrará que Cristo sigue, desde la playa de gloria que es el cielo, amando a la gente de la barca que somos nosotros, y Cristo sigue diciendo: "Estoy con ustedes", y Cristo está preparando un banquete para todos nosotros, un banquete preparado por Él mismo, preparado por el fruto del trabajo de la Iglesia de todos los tiempos.
Una última curiosidad, para acabar estas palabras: el evangelio que oímos dice que Pedro arrastró hasta la orilla una red que tenía 153 peces, ese número no es casualidad, los estudiosos de la Biblia investigaron qué significaba ese número; 153 era el número de países que tenia el mundo cuando vivió el Apóstol San Juan, el que escribió este evangelio.
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