Bolivia, 1º de mayo de 2008
Queridos hermanos mexicanos:
Acogidos a la Voluntad del Señor, nos encontramos lejos de ustedes en cuerpo, pero más unidos que nunca en el corazón.
No encontramos palabras para expresarles nuestra gratitud y cariño por tantas muestras de amor, interés y preocupación con que nos han cubierto a lo largo de estos días, y que han superado infinitamente el trago amargo que hemos vivido. Es cierto que no se hizo realidad nuestra presencia en el Encuentro de Monterrey, pero aún así estamos allí, juntos, con nuestras oraciones y nuestro corazón, y también en la presencia de nuestro queridísimo Padre Renzo.
Estos días han sido penosos por las fatigas, incertidumbres y la gran pena de no ir a México, pero nuestro Señor y nuestra Madrecita de Guadalupe no nos dejaron ni un momento solos y nos consolaron y mostraron Su presencia de mil maneras y, muy especialmente, a través de ustedes y de nuestra madrecita Catalina.
Regresamos a nuestras labores renovados y felices, habiendo compartido momentos preciosos con nuestros ANE-hermanos de La Paz y sabiendo que con nuestros ANE-hermanos mexicanos y del mundo entero formamos algo más que una gran familia. Ustedes nos dieron el impulso para trabajar en la Viña del Señor con más energía y entusiasmo, al llenar nuestros corazones de gozo y esperanza.
A todos y cada uno de ustedes les decimos gracias y mil gracias, y en forma especial a David, Martha, Miguel, los dos Richis, Gerardo, Diana, Brenda y Francisco, por todo lo que han hecho para hacer posible nuestra presencia en Monterrey, y por encima de todo, por haber orado tanto por nosotros.
Aún por carta es difícil decirles hasta pronto, pues solo mirándolos a los ojos, con nuestras lágrimas y sonrisas entrelazadas, podrían ustedes saber cuánto los queremos.
Que Dios los bendiga, y viva México en los Sagrados Corazones de Jesús y María,
Sus hermanos del ANE Bolivia
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