Mis queridos hermanos de México y La Paz
Al escribir esta carta muchas son las emociones que me invaden, pues me encantaría contarles paso a paso lo que vivimos en La Paz. Fueron tres días de vivir experiencias que nos hicieron reflexionar y plantearnos muchas actitudes cotidianas; dos de estos días pasamos en la puerta de la Embajada de México con la esperanza de conseguir la visa que nos permita viajar y participar del Encuentro que con tanto esmero fue preparado.
Entre las experiencias quiero destacar la oportunidad de conocernos los miembros de Cochabamba en otra faceta, con un mismo anhelo y un mismo objetivo pero, como siempre con nuestras debilidades y actitudes que muestran lo que somos. Ojala el Señor nos permita revisar cada actitud, reflexionar y como decimos los psicólogos hacer un insight (mirar adentro) para crecer y ser mejores cada día.
Lamentablemente y como Uds. saben no conseguimos la Visa y hasta ahora muchos de nosotros no nos explicamos el motivo, sabemos sí que el Señor nos permitirá entender en algún momento las razones, mientras tanto le ofrecemos con mucho amor nuestra tristeza, dolor y ese sentimiento de fracaso que por lo menos en mí todavía no desaparece.
Y quizás este es el punto central, el lidiar con el fracaso y no dejar que éste nos lleve al desánimo sino al éxito en el sentido de aprender de las lecciones y experiencias que el Señor nos presenta.
Mi experiencia personal??? No se por donde empezar pues la tristeza sigue, la vida sigue, el trabajo sigue y mi familia también tiene que seguir, entonces lo que rescato y lo hago con mucho amor y agradecimiento es el apoyo, la solidaridad y el cariño de nuestros hermanos de México y La Paz.
Poner en palabras y nombrar lo innombrable del amor parece imposible, pero ahí voy tratando de comunicarles mi emoción, pues realmente el sentirse amado es importante, el sentirse querido, necesitado, reconocido es el alimento nuestro y se imaginan al igual que yo? como nuestro Jesús se siente cuando lo amamos, los necesitamos, lo reconocemos? Y nosotros recibimos tanto sin merecerlo………..
Mi agradecimiento eterno y amoroso a David y Miguel, quienes estuvieron estos dos días firmes junto a nosotros, llamando y dándonos esperanza, como hermanos protectores. A Catalina por su inmenso amor y consuelo de mamá en estos momentos difíciles y al mismo tiempo maravillosos, por sus palabras de aliento y fortaleza. A Tatiana por compartir conmigo estas horas, ser mi amiga en el silencio. Mi reconocimiento también a Monseñor Fernández por su paciencia, su buen humor, su amistad y su cariño al ANE.
A la gente de ANE La Paz, a Walter, Elisa, Marcela, Tania, Generación XXI, Patricia Losantos y muchas otras personas por su hospitalidad, al Padre Juan por tan linda misa y por permitirnos verbalizar nuestros sentimientos durante la homilía, al Padre Renzo por sus palabras y bendiciones que rompieron mi coraza, pues él nos esperaba en ese encuentro increíble que solo pudo ser planeado por el Señor.
Gracias de verdad porque por primera vez – bendito Dios- sentí que el resultado de una misión, de un trabajo o de un rol, no es lo más importante, sino el esfuerzo, la entrega, el sacrificio y las ganas que uno le pone. Ustedes, mis hermanos me demostraron el amor incondicional de Jesús por cada uno de nosotros.
Para todos ustedes mis oraciones y que el Señor y nuestra amada Madre los bendigan cada día y continúen con su maravillosa obra.
Y siempre mi agradecimiento a Jesús y María por ser tan buenos conmigo, por darme tanto amor y por permitirme reconocer sus obras y su infinita misericordia a través de personas como mis hermanos de México y La Paz, que me dieron tanto amor y me hicieron sentir amada.
Claudia Verduguéz
ANE Cochabamba
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