¡Vayan a avisar a sus hermanos!
Sábado Santo, ya vamos llegando a
Sin lugar a dudas, toda esta riqueza que estamos atesorando en el corazón, marcará esta Semana Santa, como una especial, en la que el Espíritu Santo nos guía mediante nuestra madre
Hoy para María, es un día de un gran silencio. El silencio del Hijo muerto, que le atenaza la garganta. Las imágenes de ese cuerpo torturado y sangrante que depositaron en sus manos, y que Ella se puso a limpiar con el borde de su manto, con la misma delicadeza con la que había limpiado a Jesús en la gruta de Belén.
Pero, si en Belén no llegaba a comprender cómo era posible que el Dios Altísimo se hubiera rebajado a ese pedacito de carne tierno y rosado, ahora se le escapaban roncos gritos de dolor viendo ese Rostro amado cubierto de sangre. Ansiaba desesperadamente que esos ojos en los que antes veía la inmensidad del amor hecho hombre, se abrieran una vez más para contemplarla chispeantes y felices.
Todo se agolpaba en el alma de María. Aún temblaba de desesperación, y sin embargo resonaba en su alma la promesa de la resurrección del Hijo Bienamado. ¿Qué hacer? Quería al mismo tiempo lavar esas heridas, acariciar ese cuerpo muerto, gritar su impotencia, y al mismo tiempo conservar la calma que hablara a los apóstoles de la esperanza y la fe. ¿Qué hacer, por Dios, qué hacer?
Pobre Madre Dolorosa, cuya imagen inmortalizada por Miguel Ángel nos desgarra el alma. ¿Dónde estuviste ese sábado Madre mía, para correr a tu lado? ¿Cómo averiguarlo, cómo acompañarte, aliviarte, calmar tu soledad?
El propio Jesús, ya previó este sábado silencioso, y para no dejarnos solos en la angustia, así como proveyó en Juan un hijo que sostenga a María, proveyó para nosotros a nuestra Madre,
La figura de María logró concentrar a los discípulos en silenciosa espera en el cenáculo de Jerusalén. Todos ellos, agrupados en torno a
María,
La noticia es demasiado feliz. Hay demasiada grandeza en el Señor vuelto de la tumba, y a nosotros también el ángel nos dice hoy: “No temas, Él ha resucitado, corre a avisarles a tus hermanos, que Jesús está vivo, y que ya se adelanta a esperarnos en Galilea.
Si, ¡Jesús está vivo! Corramos pues, María nos está esperando angustiada, vayamos a borrar de su rostro ese rictus de dolor. Jesús ha resucitado Madre, la tumba está vacía, y Él nos espera en
Hoy pues, junto a
El mundo de hoy, no ha cambiado mucho. Igual que hacen dos mil años, hay gobernantes ensoberbecidos y hombres necios e ignorantes, que quisieran volver e Cristo crucificado, humillado y cubierto de sangre. Hoy también lo agreden, lo insultan, lo escupen y lo crucifican. Hoy, el apelativo de Cristiano, se está convirtiendo en insulto, en señal de atraso y fanatismo. Por eso, también hoy nuestra Madre María, y nuestra Madre
Pero pese a los insultos, las prohibiciones, los desprecios, la soberbia y el escarnio, nosotros, sus hijos tan queridos, nos acurrucamos a su lado (al de María, a través de
También hay esperanza para ellos.¡Gloria a Dios!
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